Los síntomas típicos del sarampión aparecen una o dos semanas después de entrar en contacto con el virus. Incluyen fatiga, malestar, fiebre, nariz que moquea, ojos llorosos y doloridos, garganta seca, tos, y diarrea. Pueden ir acompañados de convulsiones febriles, aunque rara vez son graves.
Transcurridos tres o cuatro días, aparece un grupo de puntos blancos diminutos sobre una base rojiza en el interior de las mejillas. El niño puede manifestar dolor de cabeza y fiebre, por lo general de 37,7 - 38,9 °C.
Algunos niños presentarán los ganglios linfáticos inflamados o padecerán sensibilidad a la luz. También es posible que aparezca una erupción rosa-marrón en la cabeza o en el cuello que después se extenderá por el tronco. En ocasiones, los puntos se extienden tanto que parecen sobresalir y producir grandes manchas rojas.
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