La anemia se produce cuando disminuye la concentración de hemoglobina, situación que habitualmente también va acompañada de una disminución proporcional del número de glóbulos rojos. Esto ocasiona un aporte insuficiente de oxígeno a los tejidos y las células de nuestro cuerpo, lo que puede causar síntomas más o menos graves. Existen varios tipos de anemia, pero durante el embarazo las más frecuentes son las debidas a falta de hierro ya que el bebé consume grandes cantidades de hierro necesarias para su crecimiento y maduración. El aporte de hierro necesario para mujeres en condiciones normales debe ser de 2 mg diarios; a partir del tercer mes de embarazo, esta cantidad aumenta a 6 mg, y durante la lactancia el requerimiento será de 1 mg extra diario. Pocas mujeres tiene reservas de hierro suficientes antes de quedarse embarazadas (la menstruación favorece su déficit) por lo que en casi todos los casos suele ser necesario tomar suplementos de hierro desde el principio del embarazo para evitar que surja una inevitable anemia.
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